Estaba este hogar situado
entre collados y cierzo.
Mis vecinos de la aldea
me halagaban con esmero
y jugaba entusiasmado
con todos los niños tiernos
retozándome en los campos.
Mas el cuerpo fue creciendo
y convertime en cazador
de avispado entendimiento.
Nuestras gentes emigraban
del campo al país ajeno.
los hogares se sellaron
con grave silencio eterno
y las nubes y los pinos
lloraron aquel momento.
Quedábamos yo y Martínez
con algunos gatos negros.
los campos se marchitaron,
las aves enmudecieron.
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